En el último post os hablamos de las bondades del treletrabajo, pero no tenemos que dejar de lado las dificultades que surgen cuando no estás físicamente cada mañana con tu gente. Os dejamos aquí los retos del teletrabajo a los que nos hemos enfrentado en i2U.
El retraso peligroso
Cuando se trabaja en un equipo a distancia, existe la tendencia a postergar aquellas tareas más complejas, dejar para “cuando nos juntemos” físico o virtualmente, todos esos temas que nos suponen un esfuerzo extra para conseguirlo.
Como consecuencia de esto, los siguientes encuentros del equipo, que en principio deben ser para contrastar el trabajo realizado y programar los siguientes pasos, se conviertan en un brainstorming sobre temas que deben estar resueltos previamente.
Es fundamental la capacidad técnica del líder y la comunicación fluida entre él y todos los componentes del equipo, de esta forma, puede llevar el pulso de todas las aristas del proyecto y dar las directrices puntuales en aquellos casos que uno de los miembros se tope con retos complejos.
El líder del equipo tiene que adaptar las fases de desarrollo y las tareas específicas a las capacidades de los integrantes, y no sólo debe tener en cuenta las aptitudes técnicas, sino que debe incluir la variable personal de cada individuo, sus momentos vitales puntuales.
La saturación de herramientas digitales
Desde hace más de 15 años existen herramientas de gestión de equipos remotos, ya sean para hacer videoconferencias, compartir archivos, controlar versiones de software, objetivos de tareas, calendarios, y todo lo que se nos pueda ocurrir, el problema es que hay tantas que habitualmente nos centramos en aprender a extraerle el máximo partido a cada una desde el punto de vista técnico, y eso, nos hace perder el foco de lo primordial: ¿para qué las necesitamos?
Debemos reflexionar sobre las necesidades reales que tenemos y enfocar nuestros esfuerzos y recursos en dominar solamente las funcionalidades de la herramienta que solucionan esas necesidades, bastante incertidumbre genera el paso del trabajo presencial al remoto, como para que le sumemos el aprendizaje profundo de un nuevo sistema informático y de una nueva metodología de gestión.
La frialdad de la mensajería
Las herramientas de mensajería instantánea Slack, Whatsap, etc., son muy eficaces y sobre todo, cómodas, sin embargo, estamos migrando de un método de trabajo donde hablamos cara a cara con los compañeros, donde no sólo se interpreta lo que se dice, sino, y es muy importante, el cómo se dice. Transformar esa cultura de comunicación nos llevará tiempo, mientras tanto tenemos que apoyarnos en las videoconferencias, con la cámara activada, eso transmite cercanía y confianza a la vez que exige una actitud proactiva de cada miembro del equipo.
La incapacidad de los auriculares
Las reuniones presenciales, sobre todo cuando tienen carácter creativo, suelen ser caóticas, el entusiasmo predomina en el ambiente y en el lenguaje, un golpe en la mesa puede significar “estoy totalmente de acuerdo” o “vaya parida que estás diciendo”, al final se pisan los diálogos, se repiten las frases para darle carácter de sentencia y otras tantas cosas.
Los algoritmos que decodifican el audio y el vídeo y los sistemas de streaming en los que nos apoyamos para realizar las teleconferencia, no soportan tanto clamor, tanta euforia. Es importante establecer unas normas de comportamiento para que las telereuniones sean viables, para que nos podamos entender y avancemos cerrando cada punto. Es imprescindible trabajar con el equipo estas normas y ser riguroso en su cumplimiento.
La pérdida de la bandera
Es importante no cruzar la fina línea que separa la gestión de equipos en remoto con la descentralización del equipo y la base para que esto no ocurra está en mantener activa esa cultura común que te hace defender la bandera.
La transparencia es clave para tener equipos implicados y autónomos. Una organización por proyectos es clave, es imprescindible dar valor a la consecución de cada objetivo parcial, y que todos y cada uno de los miembros del equipo sepan hacia dónde se dirige el barco.
Absolutamente todos los objetivos, tiempos de trabajo y comunicación son abiertos y accesibles para todo el equipo. Esto genera confianza, responsabilidad y autonomía a partes iguales. Todos debemos dar ejemplo, del primero al último, nada se esconde, por supuesto, procurando no provocar infoxicación. Ahora más que nunca, es imprescindible dedicar recursos al crecimiento personal, demostrar, con hechos, lo importante que es cada miembro para que todos funcionemos, tenemos que quitarnos el traje de jefe o de “falso” líder, tenemos que empujar en el frente, luchar en la trinchera y animar en la retaguardia.