La biomimética del blockchain: La cadena de bloques nos imita, y no lo sabes. Inspirado por el libro Homo Sapiens, de Yuval Noah Harari (I)

Hoy en nuestro blog vamos a hablar de Blockchain desde un punto de vista antropológico. Vamos a analizar algunas características humanas que resultaron indispensables para alcanzar la dominación del medio de la que gozamos, y de cómo los sistemas basados en cadenas de bloques imitan dichas características.

Lo que nos hizo diferentes

“Hace 100.000 años al menos seis especies de humanos habitaban la Tierra. Hoy solo queda una, la nuestra: Homo sapiens. ¿Cómo logró nuestra especie imponerse en la lucha por la existencia? ¿Por qué nuestros ancestros recolectores se unieron para crear ciudades y reinos? ¿Cómo llegamos a creer en dioses, en naciones o en los derechos humanos; a confiar en el dinero, en los libros o en las leyes?”

200.000 años antes del presente, tuvo lugar la aparición de Homo Sapiens por evolución en África Oriental; personas de un aspecto igual al nuestro, de tal manera que si uno de ellos apareciera en una morgue moderna el patólogo local no advertiría nada peculiar.

Muestra de arte rupestre de la cueva de manos, en Argentina (7.500 a.C.) Parece que alguien quiso decir, “¡yo estuve aquí!”

Sin embargo, durante la eternidad de los siguientes 130.000 años, los sapiens pasamos desapercibidos en la inmensidad del ecosistema del cuerno de África, luchando por sobrevivir en la mitad de tabla de la cadena trófica, igual que un advenedizo equipo de fútbol modesto que asciende a Primera División brega por no perder la categoría.

De la lucha por subsistir a la dominación mundial

Hace 70.000 años sucedió algo que nos permitió iniciar el asalto no solo a la cúspide de la cadena trófica, sino a establecernos a lo largo y ancho de los tan distintos hábitats del planeta, doblegando a coetáneos físicamente superiores como los neandertales.  Pero ¿qué hicimos para empujar a las demás especies humanas a caer en el olvido? ¿Por qué ni siquiera los neandertales, con un cerebro grande, fuertes y a prueba de frío, sobrevivieron a nuestra embestida?

Un lenguaje único

A partir de hace 70.000 sucedió lo que se conoce como revolución cognitiva. Homo sapiens empezó a hacer algo único: imaginar cosas que no existen realmente. Los expertos especulan con un posible cambio en la estructura interna del cerebro sapiens, que pudo haber posibilitado esta revolución. En un periodo notablemente reducido los sapiens extendimos nuestros dominios a la totalidad del planeta.

Diagrama de la expansión de Homo Sapiens a lo largo del planeta. Hace 45.000 años llegamos por mar a Australia; hace 16.000 cruzamos el estrecho de Bering, para copar en los 4.000 años siguientes el continente americano.

Los sapiens anteriores habrían tenido nuestro mismo aspecto, pero unas capacidades cognitivas (aprendizaje, memoria, comunicación) mucho más limitadas. Si llegados a este punto del post sigues conmigo, es posible que te estés preguntando cuál es la ventaja material de ser capaz de imaginar algo que no existe.

La confianza en los extraños

Existen redes de confianza notables en el mundo animal, como los chimpancés comunes, que tienen una tendencia genética a vivir en grupos jerárquicos encabezados por un macho alfa. Hoy en día también realizamos transacciones en entornos parecidos, por ejemplo, cuando tenemos cuentas monetarias pendientes con nuestro grupo de amigos. Pero ¿Cuánto puede crecer una red de confianza basada únicamente en el conocimiento directo entre sus participantes? En condiciones normales, no más de 25-50 participantes antes de caer como consecuencia de tensiones internas.

Figurita de marfil del «Hombre león» de la cueva Stadel en Alemania (hace unos 32.000 años) El cuerpo es humano, pero la cabeza leonina. Este es uno de los primeros ejemplos de arte y de la capacidad humana de imaginar cosas que no existen.

Hace 70.000 años empezamos a ser capaces de generar órdenes imaginados: entornos abstractos y descentralizados de confianza. Las ideas abstractas como las naciones, las leyes, el dinero o las ciudades, permitían a miles de individuos albergar un sentido de pertenencia a entidades no tangibles y no dependientes de un conocimiento personal entre todos los miembros del grupo. Esto permitió lazos de comercio, información y cooperación mucho más amplios que el de restos de especies de la familia Homo.

¿Dónde se guardan las ideologías? ¿En qué entorno quedaron grabadas durante miles de años las ideas abstractas que permitieron cooperar a miles de Sapiens en pos de la conquista global? Y sobre todo ¿qué tiene todo esto en común con el blockchain, que tan en boga está y que promete un cambio disruptivo en nuestra concepción de los sistemas de transacciones, comercialización de bienes, así como de nuestros negocios y sistemas gubernamentales?

En el post de la semana que viene arrojaremos luz sobre estas sugerentes cuestiones, ¡manteneos curiosos y hasta entonces!

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