Son muchas, muchísimas las personas que han pasado por este planeta, pero no todos han podido presenciar cambios generacionales como los que hemos vivido en los últimos 100 años. Durante la historia de la humanidad, los cambios que se iban generando en los estilos de vida eran lentos y prácticamente imperceptibles por los habitantes de cada época. Hasta que llegó la revolución tecnológica que ha llevado a transformar la mentalidad de las personas con una velocidad nunca vista.
Echando la vista a la generación de mis abuelos (1920-1940), ellos fueron los que comenzaron a aportar cambios significativos en sus casas y, en consecuencia, aportaron una visión más amplia a sus hijos. El progreso entró en las casas en forma de modernas cocinas, lavadoras, neveras, radios, teles, coches y todo tipo de innovaciones que abrían las mentes y las fronteras, que te transportaban a realidades que estaban más allá de sus pueblos.
En ese entorno, crecieron los baby-boomers (1945-1965). Estos, tuvieron unos padres religiosos, que vivían en pueblos, donde las mujeres no trabajaban y el divorcio no era una opción. Los baby-boomers rompieron con estos pilares y emigraron a las ciudades para formarse y desarrollar otro estilo de vida.
El continuo avance tecnológico, permitió que la generación de mis padres alcanzase esos trabajos estables, que a su vez les permitió construir la vida con la que soñaban. Comenzaron a viajar por ocio, a conocer nuevas culturas y a aprender nuevos idiomas. Se casaron, compraron su casa y tuvieron dos hijos, tres como mucho. En ese escenario, apoyado por una estabilidad económica sin precedentes, hizo que nuestra generación, los millennials (1980-1995), creciéramos con todas las comodidades del mundo.
Pasamos por una etapa formativa y familiar larga, en la que transitamos de jugar con los cromos a estar 24 horas conectados. Nos fuimos de Erasmus e hicimos amigos por todo el mundo. Los millennials, al igual que hicieron nuestros padres, rompimos con los moldes de la generación que nos educó. No creemos en un mismo trabajo para siempre, tenemos parejas de otras nacionalidades, casarnos es solo una opción, surge la flexibilidad frente a la estabilidad, entendemos el valor del alquiler y no tanto el de la intimidad.
En este periodo que compartieron las tres generaciones descritas, se dieron grandes avances tecnológicos que son los que han provocado esta rápida transformación en la forma de vivir. Las condiciones de vida han mejorado exponencialmente, y esto ha adquirido tanta velocidad que no somos capaces de vislumbrar por dónde pasa el futuro. Tanto nuestros abuelos y padres, como nosotros, creamos nuevos estilos de vida y es posible que nosotros, los millennials, tengamos que volver a reinventarnos para llevar un estilo de vida acorde al mundo que vendrá.
Mientras tanto, yo hablo con mi amona de mis inquietudes sobre los modelos colaborativos que nos eximen de la responsabilidad de lo propio mientras ella teje una manta de lana; y lo más alucinante es que nos entendemos.